1999

 

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MARZO 12

Toma de rectoría en rechazo a la política implementada por el rector

 

ABRIL 28

Explosión en las casas de Diego Mauricio Vergara (estudiante de la facultad de nutrición dietética) y Amarildo Hereira (Trabajador de la universidad)

 

JUNIO 10

Marcha en contra de la privatización de universidad y en conmemoración al estudiante caído

 

JULIO 14

Asesinan a Jimmy Cantillo en el interior de su casa.

 

AGOSTO 19

Amenaza en contra de dirigentes sindicales, estudiantes y profesores a través de panfletos y llamad

 

OCTUBRE 27

Disturbios en la sede 43. –Irregularidades en inversiones en el claustro-

 

DICIEMBRE 4

Asesinado Alexander Acuña Rodríguez

 

Imagina que en nuestro País se pueda vivir en Paz*

 

*Este capitulo se desarrolló gracias a la voz y a la memoria de Gabriel Acuña y Elina Rodríguez,

los padres de Alexander Antonio Acuña Rodríguez, fue tomado de un escrito original desarrollado

por el padre y del cual esperamos haber conservado, con mucho respeto, el espíritu del escrito original.

 

Imagina que en nuestro País se pueda vivir en Paz. Era uno

de los grandes sueños de Alexander Acuña, Imagina de John

Lennon era una de sus canciones favoritas.

El día 3 de diciembre de 1999 el joven Alexander Acuña de

20 años, recién cumplidos, se alisto en su hogar para asistir a

la Universidad del Atlántico, donde recibía clases, cursaba el

segundo semestre en el programa de Sociales, le pido el dinero

a sus padres para el transporte que lo llevaría a la Universidad y

salió.

El autobús lo condujo hasta la carrera 43 en la intersección con

la calle 45, más conocida como la calle murillo con avenida 20 de

julio. El reloj ya marcaba las 8 y 45 minutos y apuraba el paso

porque iba sobre el tiempo de inicio de clases en las instalaciones

de la Universidad conocida como la Sede 20 de Julio. Al llegar se

percató de que un gran número de estudiantes se encontraban

fuera de sus salones de clases, porque preparaban una protesta

en contra de la administración de la Universidad en particular,

contra el rector y los malos manejos administrativos.

Los señalamientos contenían actos de corrupción, nepotismo,

nominas paralelas de profesores y trabajadores que solo aparecían

los días de pago y eran recomendados por diferentes grupos

políticos y de paramilitares de la región. Así lo ha comentado

el padre de Alexander muchas veces con su voz pausada y con

la seguridad de un padre que no desfallece en su búsqueda por

la verdad.

Para no estar ocioso decidió unirse a varios estudiantes que

jugaban microfútbol en una de las canchas de baloncesto que

se encuentran al interior del claustro universitario, mientras

jugaban comenzaron a llamar a agruparse, cuestión que hacen

con aplausos y consignas. Alexander ya había estado advertido

por sus hermanas y por su padre, que al escuchar esto se retirara

hacia la casa, saliendo por la carrera 41 por donde pasaba

el autobús que lo llevaría a su casa, fue invitado por unos

trabajadores de la Universidad, entre ellos se encontraba uno

muy particular, el cual apodaban el mono, o el gordo

En esos instantes fueron detenidos por hombres de civil

que se identificaron como policías y los introdujeron en una

camioneta, según narraciones de algunas personas que

vieron las acciones realizadas; solo detuvieron a el mono y a Alexander,

posteriormente la camioneta tomo rumbo hacia el sur en

dirección a la calle murillo.

En horas del mediodía en la casa extrañaron que el joven

Alexander no hubiera regresado, a lo largo del día y a medida

que iban pasando las horas iba creciendo la angustia de no

tener noticias de su paradero. Durante las noticias de la noche

hermanas y madre en las noticias se percataron de que se habían

realizado disturbios en la Universidad y de que algunos policías

de civil habían disparado indiscriminadamente hacia el grupo de

estudiantes que realizaban la protesta. Esto preocupo a la familia

y comenzaron a indagar por las direcciones de los compañeros

de Alexander pero, no pudieron obtener ningún dato puesto

que la agenda donde se encontraban las direcciones estaba en

posesión de Alexander.

Gabriel Acuña, su padre, se encontraba trabajando en la Zona

Franca de Barranquilla, ubicada en el Puerto marítimo a orillas

del Rio magdalena, el mayor afluente de Colombia: allí, Gabriel

se encontraba comisionado por la empresa donde laboraba. Al

llegar a la casa a las 9 y 30 de la noche fue cuando se enteró de

lo sucedió, pues sus ocupaciones y la logística de la empresa no

brindaban la posibilidad para conocer las noticias.

En medio de la angustia efectuaron llamadas al comando central

de policía, ya que se habían enterado que aun grupo de estudiantes

los habían detenido. Cuando le dieron el nombre de Alexander al

responsable les informaron de que no se encontraba en la lista de

los detenidos que ya habían enviado a los calabozos de la Policía

SIJIN ubicados en la sede de la intersección de la calle 74 con

carrera 38.

A las instalaciones del Comando central de la Policía del

Departamento del Atlántico, se dirigió el alto funcionario de la

Universidad del Atlántico Marcos Rojas para realizar una visita

de verificación del estado en el que se encontraban los estudiantes

y de cuantos habían sido detenidos durante las protestas. Allí

no pudo encontrar a Alexander pero, algunos estudiantes le

manifestaron que el joven Alexander se encontraba en otras

instalaciones.

En vista de esto resolvieron esperar con la esperanza de que

Alexander hiciera alguna llamada desde donde se encontraba, a

pesar de que no era costumbre de él quedarse hasta altas horas

de la noche fuera de su casa y mucho menos sin dar aviso alguno.

La familia comenzó a realizar averiguaciones en compañía y

ayuda del tío, Álvaro Enrique Castro, sargento de la policía y

hermano de Gabriel Acuña, padre de Alexander,

pero que en esos días se encontraba en permiso por incapacidad.

A las 8:00 am del sábado 4 de diciembre de 1999, una vez más

se realizaron averiguaciones en la policía SIJIN allí, la familia

observo atentamente los videos que les enseñaron donde se

podía observar a 15 estudiantes que habían sido detenidos el

día anterior, por más que observaron y repasaron los videos no

pudieron distinguir a Alexander, efectivamente parecía que en

esa detención no había caído el. De inmediato Gabriel y Álvaro,

padre y Tío se dieron a la tarea de buscar por todos los calabozos

de la ciudad, asimismo visitaron los puestos de salud y dada su

ardua labor lograron que la red de hospitales y clínicas de los

tres departamentos más cercanos como lo son los de Atlántico,

Bolívar y Magdalena, rindieran un informe de los accidentes de

las últimas 24 horas, donde se encontraran personas sin ninguna

identificación.

En las diligencias efectuadas durante el día decidieron dejar de

ultimo las visitas a las instalaciones de la Segunda Brigada del

Ejército, la Fiscalía y a las de la policía secreta D.A.S. y entrada

la noche a las 9, recibieron noticias negativas y por el contrario

en la Fiscalía les sugirieron de que debían colocar la denuncia

formal de desaparición el día lunes 6 de diciembre de 1999.

Para esa fecha ya serian 3 días sin ninguna noticia de Alexander

Acuña.

El domingo 5 de diciembre Gabriel y el tío Álvaro decidieron

visitar al Alcalde de la Ciudad de Barranquilla, el padre Bernardo

Hoyos Montoya para buscar apoyo con las autoridades; de la

reunión se logró que el Alcalde obligo al comandante de la policía

el General, Héctor Darío Castro recibiera a Gabriel Acuña y a

Álvaro Castro en las oficinas de la policía SIJIN, en la reunión se

encontraban el comandante de la policía SIJIN el Coronel Daniel

Porras y el Coronel Peña de la Policía Nacional. Luego de que

observaron los videos de las detenciones y los detenidos que ya

habían visto el sábado anterior, el general Héctor Darío Castro

ante los señalamientos de que habían sido miembros de la Policía

los que estaban involucrados en la desaparición de Alexander

Acuña, afirmo de que sus subalternos no eran culpables de tales

acusaciones.

A la finalización de dicha reunión y cuando se disponían a salir

de las instalaciones de la SIJIN, los oficiales se enteraron de

que el tío Álvaro Castro era un sargento de la Policía Nacional,

así que los oficiales dieron la orden a los agentes de la SIJIN

y del grupo GAULA del Ejército para que realizaran una

nueva investigación en la Ciudad para así dar con información

que diera con el paradero de Alexander;

de igual forma les comunicaron de que en las últimas 24 horas o se habían hecho

ningún levantamiento de cadáveres en la Ciudad.

El lunes 6 de diciembre el Periódico La Libertad publica la

noticia sobre la desaparición de un estudiante de la Universidad

del Atlántico durante las protestas del pasado 3 de diciembre

de 1999. Igualmente en la publicación se lee la entrevista de

la hermana de Alexander, Shirley Acuña la cual le pedía a la

ciudadanía la colaboración para obtener alguna información y

para ello Shirley dejo un número telefónico.

De igual forma el periódico El Heraldo publica una fotografía de

un cadáver sin identificar en el Cementerio Municipal Calancala;

ante los momentos de angustia que se vivían, se optó por visitar

el anfiteatro de dicho cementerio, para ello se hizo necesario que

la madre de Alexander, Elina Rodríguez se trasladó al anfiteatro

para lograr identificar el cuerpo sin vida que se encontraba como

N.N. o Ningún Nombre, debido a que los rasgos distintivos que

presentaba el cuerpo eran parecidos a los de Alexander, pero que

su padre Gabriel no logro identificar con claridad debido al alto

estado de descomposición en el que se encontraba, sumado a eso

al cuerpo el día domingo 5 de diciembre ya le habían efectuado

la necropsia y se encontraba al aire libre.

Es de imaginar que las características físicas y fisiológicas de

un cuerpo en continuo estado de descomposición, ubicado al

aire libre a temperaturas que pueden ir hasta los 30 grados

centígrados, no era de las mejores condiciones, seguramente

no es una de las condiciones ideales en las que un ser humano

quiere ver por última vez a su ser amado y mucho menos de un

joven tan bueno y prometedor.

La madre de Alexander la señora Elina Rodríguez, sí reconoció

el cadáver por las ropas que llevaba puesta y por algunos

rasgos físicos y se le informo al funcionario de medicina legal

que los acompañaba, lo cual siempre ha sido sospechoso para la

familia, este recibió una fotocopia del documento de identidad

de Alexander porque no los documentos no aparecieron por

ninguna parte. En ese momento se observó de que los pulpejos

permitían aun hacer entintamiento para comparación con la

tarjeta decadactilar de la Registraduria Nacional; del mismo

modo se supo que el cuerpo había sido encontrado en las playas

del balneario de Turipaná, sede de la Caja de compensación

Confamiliar, en las horas de la mañana del día 4 de diciembre

y en tal levantamiento se encontraron como testigos de tal

levantamiento los agentes de policía del municipio de Juan de

Acosta, Gonzalo Acosta y Fernando de Alba, igualmente los

fiscales Alfredo Coronado y Margarita Bula a ellos se le sumaron una decena de curiosos que llegaron al sitio para alimentar la

curiosidad, algunos, y el morbo, otros.

Una señora que nunca quiso identificarse, quizás por temor a

las represalias que pudieran venir, la cual leyó la noticia en el

periódico La Libertad se comunicó con la familia y comento

que un cadáver con las características descritas en el semanario

había sido sacado del Mar que baña el Balneario de Turipaná

por unos pescadores de la localidad de Juan de Acosta los cuales

dejaron el cadáver tirado en la playa, la misma señora observo

que el cuerpo aun sangraba, que eran evidentes a simple vista las

raspaduras en los codos, los golpes y de que aún tenía puestas

todas sus ropas.

Uno de los pescadores de apellido Bacca que sacó el cuerpo hasta

la playa, nunca quiso declarar al respecto de tal situación.

Fue así entonces como se logró la plena identificación del

cadáver de Alexander Antonio Acuña Rodríguez, cuerpo que

había sido rechazado de Medicina Legal alegando el alto grado

de descomposición en el que se encontraba el cuerpo sin vida 24

horas después de haber sido encontrado

En el cementerio Calancala el sepulturero le informo a la madre de

Alexander, la señora Elina Rodríguez, que para mayor seguridad

en la identificación le solicitara a Medicina Legal las fotos que

tomaron cuando llevaron el cuerpo sin vida al Cementerio el día

4 de diciembre y que era evidente que el cuerpo en ese momento

no mostraba el grado de descomposición del día 6 de diciembre

y en las cuales se mostraba el detalle de que el cuerpo aún se

encontraba con sangre, las fotos a color permitían observar ese

detalle. Pero los funcionarios de Medicina Legal negaban tener

dichas fotos.

El martes 7 de enero de 1999 Gabriel Acuña, solicito en las

instalaciones de Medicina Legal el resultado de la necropsia para

poder continuar con las investigaciones y muy seguramente

para poder entender la trágica y violenta muerte de su amado

hijo Alexander, lo que recibió por parte del ente encargado fue

un aplazamiento de los resultados para unos 15 días después,

esto sería para exactamente el día 23 de enero.

Gabriel y la Familia Acuña Rodríguez les tomó por sorpresa

que el día 13 de enero, justo 6 días después de haber visitado

Medicina Legal para solicitar los resultados de la necropsia, fue

enviada hasta la casa de los Acuña Rodríguez, una camioneta

oficial de la Policía GAULA, enviada por orden expresa del

comandante de la Policía del Departamento del Atlántico, el

General Héctor Darío Castro, quien los convidaba a una reunión

de carácter urgente para una comunicación de suma importancia en las instalaciones del comando de la Policía departamental, en

la Ciudad de Barranquilla.

Cuando Gabriel y Elina, padres de Alexander se dispusieron

a asistir a la reunión con el General, en ese momento dicho

General se encontraba en las instalaciones de la Universidad del

Atlántico dando los resultados de la necropsia para posiblemente

aplacar los ánimos ofuscados de la comunidad estudiantil.

Dichos resultados constataban que Alexander Antonio Acuña

Rodríguez había muerto por inmersión en agua salada.

Hubo dolor y confusión tanto en la Universidad como en la sede

de la Policía.

Alexander Antonio Acuña Rodríguez era el quinto de seis

hermanos, un joven soñador, que le dolía su país, un muchacho

servicial y amado por su comunidad y por todos aquellos que lo

conocían; uno de sus grandes amores era la historia, la historia

de su Ciudad, su amada Barranquilla, la Puerta de oro que lo vio

nacer, crecer y que con dolor vio como lo obligaron a partir.

Alexander siempre quiso viajar a Suiza, estudiar y vivir una vida

tranquila dolorosamente lejos de su patria chica.

Imagina, esa canción que hizo inmortal a John Lennon, era una

de sus favoritas por aquellas letras que expresan su más profundo

sentimiento, el de imaginarse a su hermoso País viviendo en Paz.

Después de 19 años del vil asesinato de Alexander Antonio

Acuña Rodríguez, sus padres Gabriel Acuña y Elina Rodríguez

escriben esta historia con un la memoria viva, con la voz firme

pero con la mirada en la sonrisa de su hijo, recordando de que

las fotos donde aparecía el cuerpo sin vida de su hijo no fueron

tomadas por un fotógrafo del periódico El Heraldo sino que

fueron suministradas a ellos por funcionarios de Medicina Legal

o la Policía Nacional, debido a que ellos fueron los únicos que

tuvieron acceso de primera mano en el anfiteatro, además de que

fueron los agentes de policía quienes estuvieron en el momento

en el que el cuerpo sin vida fue hallado por los pescadores.

De igual manera se mantienen firmes en los falsos testimonios

de oficiales, agentes y funcionarios del Comando de Policía del

Departamento del Atlántico, de la Policía SIJIN, de la Policía

secreta D.A.S. e incluso de los funcionarios de Medicina legal y

de los fiscales. Porque según señala Gabriel ¿La foto que había

sido publicada en el periódico El Heraldo como llego a ellos?

¿Por qué Medicina Legal le mintió a la familia respecto a la fecha

de entrega de la necropsia? ¿O seria que el General Héctor Darío

Castro los presionó para que fuese él quien obtuviera de primera

mano tales resultados? ¿Fueron alterados los resultados?

¿Por qué al tío de Alexander, Álvaro Castro sargento de la Policía, que ayudo a la familia en las investigaciones, después de

estos hechos se le considero enfermo de los nervios y fue retirado

de la institución policial y pensionado? ¿Por qué el expediente

de Alexander apareció en la oficina de Derechos humanos de la

Procuraduría en Bogotá, justo cuando el General Héctor Darío

Castro fue trasladado a Bogotá, junto con algunos coroneles y

guardaespaldas relacionados con el caso?

Asimismo se hacen más evidentes las mentiras de los miembros

y organismos de la seguridad del Estado, el hecho de que se

habían hecho barridos e investigaciones sin ninguna novedad,

de que no se habían hecho levantamientos de cadáver con las

características de Alexander en los departamentos del Atlántico,

Bolívar y Magdalena desde el día 4 de diciembre de 1999.

Cabe anotar que el padre de Alexander quiso obtener alguna

información del día de los hechos y de cómo ocurrieron las

detenciones y de lo que posteriormente sucedió por parte del

trabajador de la Universidad, más conocido como el gordo o

el mono, pero no se pudo, además de que por recomendaciones

de una funcionaria de Control interno de la universidad no se

continuo con las preguntas, por considerar que este sujeto era

peligroso.

Alias el gordo o el mono, por comentarios de amigos de la

familia, este personaje comento durante un día de tragos durante

la celebración del Carnaval de Barranquilla en un tomadero

del centro de la ciudad, de cómo habían sido detenidos y de

cómo había sido liberado de la camioneta donde había dejado

a Alexander. Nunca se obtuvo declaración del gordo o alias el

mono.

Solo queda imaginar a Alexander explicar que no era ningún

tirapiedras, que él solo iba para su casa, que no sabía nada de

lo que se lo acusaban y de llorar asustado por lo que estaba

sucediendo.

Después de 19 años de la desaparición física de Alexander

Antonio Acuña Rodríguez, la Paz con la que tanto soñó asoma

su rostro, pero continúan las preguntas sin respuestas de sus

padres, familiares y amigos que continúan construyendo memoria

y exigiendo justicia. Su muerte, a la fecha de la publicación de

este documento, aún continúa en la impunidad.

 

Este testimonio fue extraído del libro “Las voces de la memoria” de Jorge Freytter Franco